NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE NEVER MORE

13.1.11

malditos susurros, malditos suspiros y malditas lágrimas.


Caminábamos por las calles casi desiertas, como solíamos hacerlo todos los días, con nuestras manos fuertemente entrelazadas, entregándose calor mutuamente. Llegamos al parque y noté que éramos los únicos en él, la demás gente era demasiado quisquillosa como para salir un día de lluvia. Ella me guió hasta una banca cerca de un gran árbol en que las parejas escribían sus nombres. Acepto que en algún momento estuvimos tentados a hacerlo, pero finalmente nos decidimos por dejar en claro que nuestro amor es algo verdadero, algo concreto y no se necesita de unas mediocres letras rodeadas en un corazón.


-¿Ves como ese pequeño zorzal arranca de la lluvia? -Me preguntó apuntando hacia el cielo.

-¿Ves como ese hombre se resbala por el lodo? -Apunté al sujeto de negro que se incorporaba maldiciendo y sacudiéndose el abrigo. Reímos de la desgracia ajena.

-Eres maravilloso. -Me dijo tocando mi mejilla sonrosada por el frío y ahora además por su comentario.

-Tú eres fantástica. -Cerramos nuestros halagos con un superficial beso en los labios.

-¿Qué escuchas en la lluvia?

-Hmm, veamos. Escucho pequeños susurros, escucho suspiros y lágrimas.

-¿Se pueden escuchar las lágrimas?

-Claro, cada una cuenta la historia de por qué cae desamparada formando un surco en las mejillas. -Le expliqué mientras acariciaba su mejilla. -¿Qué escuchas tú en la lluvia?

-Tristeza. -Me contestó indiferente.

-¿Se puede escuchar la tristeza?

-Claro, es cuando se juntan los malditos susurros, los malditos suspiros y las malditas lágrimas.


Sonreímos y volvimos a concentrarnos en el hermoso arte de las gotas de lluvia al caer.