Y caminando, con tu cuerpo lleno de sangre me encontré, me encontré. Desvié mi vista hasta el arma cerca de tu brazo inerte. Una 45. No creí nada, ¡nada! Nunca así de tranquila, siempre la puta mente en mi contra. Muévete, muévete, muévete. Mi puto delirio. Una cuerda alrededor de la traquea. Suaves susurros acarician mis pies apenas afirmados. Si, si. La tijera que pasé por los cardenales. Meticulosamente desangrada. Ese frasco que resonó en mis oídos, quedaban suficientes. Y después de todo, pude cerrar las ventanas a la vida.
no tengo motivos para escribirlo, tengo ganas, si.
